La democracia nos proporciona los instrumentos políticos más eficaces para solucionar los problemas sociales. Estos son numerosos, y sobre todo acosan a las sociedades menos desarrolladas; pero también afectan a las democracias más avanzadas.
Buena parte de las dificultades que aquejan a las sociedades modernas son consecuencia de su propio éxito. Así curre con los problemas medioambientales, que son resultado, en gran medida, del extraordinario desarrollo económico que esas sociedades han conocido a partir de la Revolución Industrial.
También es el caso de algunos problemas sociales, como la persistente marginación de ciertos sectores de la población, mal preparados para beneficiarse del creciente bienestar de que disfruta la mayoría.
Cabe afirmar, por ello, que en las sociedades actuales nos enfrentamos a dos grandes bloques de problemas: los tecnoambientales y los sociales.
Los problemas sociales en sentido estricto y directo son aquellos que tiene su origen en el modo como nos relacionamos los individuos y los grupos humanos.
1. Definición.
Los más graves problemas de entre los problemas sociales nacen de las dificultades de integración o inclusión social que padecen en nuestras sociedades determinadas franjas de la población.
Una persona está socialmente incluida o integrada cuando tiene la posibilidad de participar efectivamente en las oportunidades y ventajas básicas que la sociedad ofrece.
Lo contrario de la inclusión social es la exclusión social: quien está socialmente excluido carece de esas oportunidades y ventajas que son imprescindibles para realizarse como persona en una sociedad.
2. Formas de exclusión social.
Las formas que adopta la exclusión social son muy variadas. Las principales son las siguientes:
a) La exclusión económica: es la que golpea a las personas que no disponen de recursos económicos suficientes para llevar una vida digna.
b) La exclusión por carencias educativas: afecta a los ciudadanos y ciudadanas que debido a su escaso nivel de formación no encuentran un acomodo profesional aceptable.
c) La exclusión de raíz cultural: es consecuencia de hábitos de vida, costumbres y creencias (incluidas las religiosas) que chocan con las que son mayoritarias en la sociedad.
d) La exclusión por causa de raza: perjudica a quienes tienen un determinado aspecto racial.
e) La exclusión por causa de edad. Sobre todo amenaza a los más jóvenes y a los más mayores, que suelen ser los grupos de edad más vulnerables.
f) La exclusión por discapacidad física o mental: son discapacidades como la ceguera o la sordera, pero también otras que conciernen a las habilidades mentales.
g) La exclusión por apariencia física: afecta a quienes tienen una cierta presencia física (enanismo, obesidad, etc.) distinta de la mayoritaria
h) La exclusión por orientación sexual: margina a las personas que no tienen una orientación heterosexual.
Muchas de estas formas de exclusión social actúan de manera combinada, con lo que se empeoran sus efectos. Por ejemplo, la exclusión económica suele ir acompañada de carencias educativas y, a menudo, de la exclusión cultural y racial.
3. Las causas.
Las situaciones de exclusión social tiene dos tipos de causas: las carencias y las peculiaridades de las personas que las padecen, por una parte, y las actitudes negativas del entorno social hacia esas personas, por otra.
3.1. Carencias y peculiaridades.
Los colectivos sociales excluidos se caracterizan, bien por sufrir determinadas carencias (de carácter económico o educativo, por ejemplo), bien por tener ciertas peculiaridades (digamos, culturales o raciales).
Una carencia es la ausencia de capacidades o recursos generalmente considerados necesarios para desarrollar plenamente el potencial humano de una persona. Una peculiaridad es una característica de ciertos individuos o grupos humanos que son percibidas por el resto de la sociedad como rasgo que los distingue.
Las peculiaridades, en principio, no representan carencias, pero pueden provocar reacciones de rechazo entre sectores de la población que las considera extraña.
Mientras que las carencias son, claramente, una cosa negativa, las peculiaridades no tienen por qué serlo.
3.2. Las carencias que llevan a la exclusión.
Estas carencias pueden ser de dos tipos:
*Las que tienen un origen natural o han sido causadas por un accidente, como, por ejemplo, la mayoría de las discapacidades físicas y mentales.
Ante estas carencias debemos aliviarlas con todos los recursos de la ciencia y la tecnología, de forma que quienes las padecen mejoren su situación.
Además debemos crear un espacio de oportunidades adecuado para esas personas discapacitadas, de manera que puedan desenvolverse en la vida social con los menores obstáculos posibles.
*Las que tienen un origen social, como, por ejemplo, la falta de recursos económicos, obedecen a causas más complejas. Suelen ser fruto de la estructura misma de nuestras sociedades y de la dinámica de desarrollo que les es propia. Esta dinámica, si actúa sin control, tiende a marginar a los sectores sociales más débiles.
La superación de estas carencias de origen social requiere, fundamentalmente, soluciones sociales y, sobre todo, políticas.
3.3. Las peculiaridades que llevan a la exclusión.
A diferencia de lo que ocurre con las carencias, las peculiaridades de ciertos colectivos sociales excluidos no tienen por qué juzgarse de manera negativa.
Lo que resulta negativo, y puede dar pie a la exclusión de tales colectivos, es que otros sectores sociales, quizá mayoritarios, reaccionen con hostilidad hacia esas peculiaridades que repudian.
Pongamos un ejemplo: determinados grupos pueden tener una cultura religiosa distinta de la mayoritaria. Esa peculiaridad, en sí misma, no tiene por qué ser negativa. Pero se convierte en un factor de exclusión social cuando, por tal causa, esos colectivos sufren el rechazo de buena parte de la sociedad.
3.4. Las actitudes que llevan a la exclusión.
En el caso de las carencias, la actitud que más favorece la exclusión de los sectores menos favorecidos es la indiferencia. La indiferencia es la actitud de falta de interés y compasión que nos lleva a despreocuparnos de la situación y los problemas de otros.
En tanto que la exclusión de los colectivos definidos por alguna peculiaridad resulta reforzada por la hostilidad del resto de la sociedad. Esa hostilidad suele basarse en actitudes de temor y odio al diferente. La xenofobia sería un ejemplo de tales actitudes.
La xenofobia es una palabra procedente del griego y que significa "temor al extraño o extranjero". Se aplica a las actitudes de temor y odio a las personas y cosas percibidas como extranjeras.
El desarrollo de actitudes de aceptación de la diferencia- dentro del marco común del respeto a los derechos humanos y a las leyes- es la mejor manera de combatir aquellas formas de exclusión social que nacen del rechazo a los que son distintos a nosotros.
4. La respuesta ciudadana a la exclusión social.
Las actitudes son disposiciones positivas o negativas que se tienen hacia determinadas personas o cosas y que influyen en nuestro comportamiento en relación con ellas.
Para combatir las situaciones de exclusión, las actitudes sociales hacia los excluidos han de pasar, de la indiferencia o el desprecio, al compromiso solidario y la aceptación activa (actitud positiva ante personas o cosas que se traduce en un trato abierto y fluido con ellas) del diferente como un igual.
Es normal que nos identifiquemos con quienes son similares a nosotros, es más difícil hacerlo con personas que son distintas en muchos aspectos.
Sin embargo, lo que nos identifica como ciudadanos no es lo que tenemos de más parecido, sino el bien común más amplio que a todos nos afecta y engloba. Ese bien común es el que defiende la ley. Por eso la igualdad entre ciudadanos y ciudadanas es una igualdad entre gentes diferentes y, sin embargo, solidarias.
La solidaridad es una actitud y comportamiento de apoyo y ayuda hacia aquellas personas y grupos con los que de algún modo nos sentimos unidos.
La ciudadanía de una democracia acepta hacernos iguales mediante la ley precisamente para ser más libres, independientes y creativos. De ahí que el concepto ciudadano de igualdad se concrete en el principio de igualdad de oportunidades que es un principio que establece que las posibilidades de mejora que la sociedad pone al alcance de las personas deben depender de la capacidad y del mérito de estas.
La igualdad es igualdad de oportunidades de realización personal; es decir, tiene como objetivo l ejercicio de nuestra libertad individual.
Una igualdad que tenga como fin la libertad de cada uno debe basarse en el respeto, en la aceptación de la dignidad y la libertad del otro. No puede ser autoritariamente impuesta, sino democráticamente pactada.
Pero esta igualdad es vulnerada por cualquier forma de exclusión social. Por eso, evitar estas situaciones es un deber básico de la ciudadanía.
La exclusión social representa un atentado contra la igualdad, y sin igualdad no puede haber libertad para todos y todas.
Esta es la razón de que la exclusión de los colectivos sociales menos favorecidos sea el mayor enemigo de la convivencia ciudadana y deba ser combatida mediante la solidaridad.
(Navarro Sustaeta P y Díaz Martínez C. Educación ético-cívica. Editorial Anaya. Madrid. 2008)